sábado, 9 de mayo de 2015

Monumento en el Parque de la Victoria dedicado a los republicanos españoles caídos en la Gran Guerra Patria

Un artículo aparecido este jueves en el diario Público nos recordaba el importante papel que los republicanos españoles (en el exilio) jugaron en la defensa de Moscú y de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Y nos recordaba también que en el Parque de la Victoria de la capital rusa sólo existe un monumento dedicado a un país extranjero: la capilla de granito blanco en memoria precisamente de los españoles caídos en la Gran Guerra Patria (1941-1945). Hoy, septuagésimo aniversario del Día de la Victoria, es una jornada muy propicia para hacer un recorrido visual por este lugar.


 El monumento español del Parque de la Victoria de Moscú es una capilla de granito blanco de siete metros de altura con una placa de bronce que contiene la leyenda: "A los caídos españoles en la Gran Guerra Patria, 1941-1945". Fue diseñada por el arquitecto y 'niño de la guerra' Antonio Mije, hijo del líder sevillano del Partido Comunista de España del mismo nombre. La inauguró el entonces Príncipe Felipe el 26 de junio de 2003, con la presencia de la Guardia de Honor del Kremlin además de numerosos veteranos y 'niños de la guerra'. Transcurridos doce años desde esa inauguración, ninguna personalidad española ha asistido hoy a la celebración en la plaza Roja del septuagésimo aniversario del Día de la Victoria. La construcción de la capilla fue sufragada en su momento por el Ministerio de Cultura español y el Ayuntamiento de Moscú



 El Parque de la Victoria, construido sobre la colina Poklónnaya, está situado en la avenida Kutuzovsky, en el Suroeste de la ciudad. En la primera fotografía, con la plaza Roja en el centro de la imagen, el parque aparece señalado con un punto rojo. En esta misma avenida se encuentran también el Arco de Triunfo de Moscú  y el Museo Panorama de la batalla de Borodinó. En la tercera fotografía, una flecha señala el lugar exacto donde está el monumento dedicado a los españoles que cayeron en defensa la URSS durante la Segunda Guerra Mundial. Viniendo desde la estación de metro, la capilla se halla en un cruce de caminos más allá del obelisco de 142 metros y del recinto del Museo de la Gran Guerra Patria


Publicado: 07.05.2015 19:06 | Actualizado: Hace 19 horas 

Los españoles que defendieron la URSS 

El famoso contorno de la muralla del Kremlin apenas se vislumbraba en la densa oscuridad de noviembre de 1941, que parecía absorber hasta el paso de los soldados españoles. La cuarta compañía marchaba por la Plaza Roja.

LEONCIO SORIANO
Agencia SPUTNIK


Muchos de ellos habían soñado con verla al menos desde hace tres años, también noviembre de 1936 cuando conocieron a los primeros soviéticos, vieron los chatos y los moscas, como llamaban en España los cazas I-15 e I-16, los tanques T-26 y BT-5.

Algunos ya habían estado aquí hace dos años, nada más llegar a la URSS. Entonces, inundada por multitudes, risa, color y alegría, la Plaza Roja les pareció mucho más pequeña de lo que imaginaban por las fotos y sus imágenes de cine. Ahora, cubierta por la nieve y la oscuridad, sumida en el silencio, se hacía inmensa. Parecía increíble que a contados kilómetros estuvieran las columnas acorazadas alemanas. Igual que hace cinco años en España, las avanzadas fascistas estaban a contados kilómetros del corazón de Rusia y la presencia de la unidad española en la Plaza Roja era prueba de la confianza que gozaban en la URSS los "españoles de Stalin". 


Mientras Moscú se preparaba para los combates callejeros, las barricadas cortaban sus calles, obreros e ingenieros, profesores y estudiantes se alistaban en masa a las milicias urbanas, los españoles ocupaban posiciones casi al pie de las murallas del Kremlin. No fue fácil conseguirlo. Las leyes soviéticas prohibían el alistamiento de extranjeros en el Ejército Rojo, por lo que la mayoría de los españoles combatieron en unidades especiales destinadas a actuar en la retaguardia alemana, como la Brigada de Misiones Especiales OSMON cuya cuarta compañía estaba formada por los españoles.

Entre ellos estaba mi abuelo. Años después, yo le pedía contarme “sobre la guerra” y él empezaba: “cuando estábamos en las ‘akopas’”, españolizando la palabra rusa "okop" (trinchera). Cuesta imaginar lo que sentían aquellos españoles, que apenas chapurreaban unas cuantas palabras y a los que incluso años después era difícil entender en ruso, cuando se tiraban en paracaídas en la retaguardia enemiga.

Allí, casi igual de peligrosos como los alemanes eran para ellos los habitantes locales, que los tomaban por rumanos o italianos disfrazados de partisanos.

De casi 3.000 emigrantes españoles, en su abrumadora mayoría “niños de la guerra” evacuados durante la Guerra Civil en España, prácticamente todos los hombres adultos y o pocas mujeres, en total unas 700 personas, se alistaron voluntarios y combatieron contra los nazis en la URSS, Polonia, Checoslovaquia, Rumanía y Hungría, Austria y Alemania. 


Más de 200 perdieron la vida. La cifra sigue siendo inexacta, oscila entre los 207 y los 283 muertos en acciones de guerra, de los cuales unos 75 eran “niños de la guerra”.

Pocos eran aquellos españoles que llevaban la estrella roja, pero sus hazañas se alzan petrificadas en los monumentos erigidos sobre sus tumbas en las estepas de Rusia, los bosques de Bielorrusia, las laderas del Cáucaso y Crimea y las orillas del Volga convertidas en leyendas. Más de 600 españoles fueron condecorados con diferentes medallas: "Por la defensa de Moscú", "Por la defensa de Leningrado", "Por la liberación de Varsovia", "Por la liberación de Praga", "Por la toma de Berlín"; más de 70 fueron condecorados con las órdenes: "Bandera Roja", "Estrella Roja" y "Gran Guerra Patria"; tres fueron destacados con las máximas condecoraciones de la URSS: dos con la Orden de Lenin y uno con la Estrella "Héroe de la Unión Soviética".

En la antigua Stalingrado, a escasos metros del Volga que los alemanes no llegaron a alcanzar, está la tumba del capitán Rubén Ruiz Ibarruri, héroe de la Unión Soviética. Dos combates le cubrieron de gloria. Cerca de Borísov, al frente de un pelotón de ametralladoras, el teniente Ruiz contuvo el avance de fuerzas alemanas muy superiores hasta perder la última ametralladora y luego sólo con granadas y pistolas lanzó un contraataque que desorientó a los nazis e hizo posible la llegada de refuerzos.

Meses después, en Stalingrado, tomó el mando de un batallón y poco antes de morir consiguió detener el avance de una división acorazada alemana. La consigna de “¡No pasarán!”, proclamada en Madrid por su madre, Dolores Ibárruri, la "Pasionaria", sonaba en las trincheras soviéticas junto a Moscú, Stalingrado, Kursk, en cada ofensiva nazi. 

También en tierra retomaron la batalla contra el fascismo los pilotos republicanos exiliados en la URSS, pero en 1942 uno de ellos, Juan Bravo, se encontró por casualidad en Moscú con el general Alexándr Osipenko, jefe de la defensa antiaérea soviética que le conocía desde la Guerra Civil Española. Fue así como más de 70 españoles lograron combatir en los cielos de la URSS. Por el número de aviones derribados los nombres de varios quedaron grabados en la lista de los hombres destacados de la Segunda Guerra Mundial. Prueba de ello es el hecho de que en la escuadrilla de cinco cazas que escoltó el avión de Stalin a la conferencia cumbre de los aliados en Teherán, tres eran pilotados por españoles, y la encabezaba el para entonces coronel Juan Bravo.

El aporte español a la Gran Guerra Patria ha contribuido a auténticas leyendas. Una, recogida por el diario Novorossiyski Rabochi, cuenta que fue un comando español el que trajo de la retaguardia alemana un cuaderno lleno de cálculos matemáticos y fórmulas físicas, que sirvió al gran físico soviético Abraham Yoffe para convencer a Stalin de la urgencia de iniciar el desarrollo de la bomba atómica. Otra sostiene la existencia de un plan para eliminar a Hitler que debía cumplir un comando de combatientes españoles, disfrazados de oficiales de la División Azul. Aunque aquel plan no llegó a cumplirse, la leyenda sigue viva y resurge cada vez que alguien se acuerda de las operaciones especiales y los planes de eliminar al Führer.

España es el único país que tiene el honor de contar con un monumento propio en el Parque de la Victoria de Moscú, prueba del respeto y gratitud que sienten en Rusia por aquel puñado de antifascistas españoles que hombro a hombro con sus camaradas soviéticos combatieron por la libertad. Muy cerca, una enorme bayoneta se alza sobre Moscú desde la histórica colina Poklónnaya, junto a ella, yace un dragón con la cruz gamada yace destrozado a los pies de San Jorge y a sus pies 1.418 fuentes de agua que la iluminación parece convertir en sangre recuerda los 1.418 días que duró aquella gran contienda.

Público 07/05/2015



6 comentarios:

  1. Gracias por esta pagina .es reconfortante saber que algunos , no olvidan los que dejaron su vida , por defender la libertad

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    1. Es lo menos que podemos hacer los personajes anónimos como nosotros, ya que el gobierno y las instituciones españolas prefieren barrer todo esto bajo la alfombra de la historia... :(

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    2. Mo es anonimato , simplemente es entregar a cada cual , lo que es suyo , a mi abuelo 14 anos de cárcel en carabanchel , simplemente por ser profesor ,y eso , simplemente se entrega , recordando el porque Salud y república cituadano

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  2. Hola buenos días o tarde,nuestra amada república , no solo la mataron en su nacer los nazis , si no también aquellos que se hicieron llamar camaradas ,o aquellos que únicamente les permitieron , morir bajo el lema de esto es la legión extrajera Y ver si algun dia alguien dice la verdad sobre las tropas , que liberaron paris Y no eso de francés , francesas ...

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  3. La segunda republica es mas que , un estado es una idea y el lema Ultra Plus jamas morira , sea quien sea que mande ,sobre un pueblo y lo oprima...

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  4. Russia recorda amb amor i gratitud l'heroisme dels nens de la guerra espanyols que van combatre contra el nazisme. Es un honor, que en canvi Espanya, que cintinua tenint un regim neo-franquista, prefereix mantenir en l'oblit.

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