miércoles, 20 de agosto de 2014

Chistes y buen humor moscovita en tiempos de la Unión Soviética

"Muchos son los que aseguran que el destino de Rusia (ampliamente reflejado en el de su capital) es tan trágico y absurdo que el único antídoto contra su arbitrariedad es la percepción de la vida a través del humor, tratándose por supuesto de risas a través de las lágrimas. En la mayoría de los casos las explicaciones históricas sobran al lado de un chiste, género llevado a la perfección en un país siempre escaso de otras libertades. ¿Cómo describir aquel Moscú de Bréznev? Basten las seis contradicciones del socialismo: no hay desempleo, pero nadie trabaja; nadie trabaja, pero todos cumplen con el plan estatal; todos cumplen con el plan estatal, pero en las tiendas no hay nada; en las tiendas no hay nada, pero en casa hay de todo; en casa hay de todo, pero nadie está contento; nadie está contento, pero todos votan a favor. ¿Cómo no hacerse un lío entre los dirigentes soviéticos? Para eso está la historia del tren que vuela hacia el comunismo y se le acaban los raíles. Lenin llama al pueblo al subbonik (sábado rojo de trabajo comunista); con música y pancartas, la gente coloca los raíles pero no dan para mucho. Sale Stalin, ordena fusilar a los de los vagones impares, los pone de raíles y el tren sigue. Cuando se vuelve a parar, Jruschov propone desmontar las vías, ponerlas delante del tren, moverse un poquito y así, paso a paso. Bréznev ordena cerrar las ventanillas, correr las cortinas, subirse al tren y todos al tiempo hacer: «Cha-ca-cha-ca-chá...». Al final llega Gorbachov, bajan todos del tren y empiezan a gritar: «¡No hay vías! ¡No hay vías!».

En la tradición urbana de Moscú los chistes conviven con las anécdotas, la historia real con la imaginación, puesto que ninguna ficción puede superar las bromas crueles de la realidad. Hay historias moscovitas no verídicas que merecerían serlo, en cambio algunos episodios reales de este libro pueden saber a puro invento. Cuando a Stalin le presentaron el proyecto del primer gran hotel de construcción soviética, estampó su firma sin darse cuenta de que había dos versiones distintas de la fachada. Nadie se atrevió a molestarle de nuevo y la mitad del Hotel Moscú se hizo conforme al primer proyecto y la otra mitad, conforme al segundo. Algo parecido ocurrió cuando Stalin vio el «edificio elevado» del Ministerio de Asuntos Exteriores, todavía en obras, y preguntó: «¿Y no van a poner una torre?». Los arquitectos recibieron la orden inmediata de añadir la torre no prevista en los cálculos del proyecto. No hubo más remedio que colocar deprisa y corriendo un pastiche de chapa pintada y allí está, recordando una época de pocas risas. Además, circulaban multitud de leyendas sobre el carácter brutal de las injerencias del poder en la arquitectura... Por ejemplo, Stalin, señalando la iglesia del Salvador, la más antigua del Kremlin, al lado de la cual había un montón de leña, exclama: «¡Qué desorden, esto hay que quitarlo!». Cómo no precisó de qué se trataba, se quitaron ambas cosas, la leña y la joya de la arquitectura. Algo parecido se contaba de Bréznev, que un día se lamentó del estado de las puertas de un jardín medio caídas y amanecieron reparadas y derechas. Los moscovitas se decían que habría que prestárles Bréznev a los de Pisa para que les arreglase por fin la torre.

En nuestra época universitaria se solía citar a los pretendientes poco interesantes junto a la estatua de Dzerzhinski: tan vigilada en medio de la plaza del KGB, era prácticamente inaccesible. Pero peor era fijar una cita en el monumento al cincuentenario de la Revolución de Octubre. Para encontrarlo había que llegar al centro de la enorme plaza del Manège, donde no había más que una piedra de granito gris que anunciaba: «Aquí será erguido el monumento al cincuenta aniversario de la Revolución». La promesa nunca se cumplió, ni en el sesenta, ni en el setenta aniversario, hasta que se desvaneció, convertida la plaza en un centro comercial subterráneo. A lo mejor hay algún pretendiente esperando... Moscú les gastaba bromas a sus habitantes y los moscovitas hacían lo mismo. Cuando en el siglo XIX apareció la cuádriga sobre el Teatro Bolshói, la vox populi enseguida declaró que el Apolo de la cuádriga era el único cochero de Moscú que no estaba borracho. Cuando para los Juegos Olímpicos de Moscú celebrados en plena guerra fría se construyó la Villa Olímpica, se aseguraba que el material empleado era «microhormigón»: 10% de hormigón y 90% de micrófonos. El monumento al zar Alejandro II rodeado de columnas existió hasta su demolición con el apodo de «bolera»; mientras que los «edificios elevados» se conocen como los «siete dientes postizos» y
Novi Arbat como la «dentadura postiza» de Moscú. Las costumbres no cambian, cambian los temas.

Un toque de humor, una anécdota o una simple frase pueden cambiar la percepción del lugar, dando un interés especial a lo que hubiera parecido ordinario o humanizando lo que de otro modo sería demasiado oficial. La plaza del Ayuntamiento tan solemne con su estatua ecuestre de Yuri Dolgoruki se percibe de forma distinta si se sabe de la exclamación irónica del compositor Siguismund Katz en la inauguración del monumento: «No se parece nada». Desconocemos el aspecto de los antiguos guerreros, y lo relativo de su imagen está plasmado en esta frase ya inseparable del monumento. La misma estatua es personaje de otra historia, buen ejemplo de cómo el carácter heterogéneo del Imperio ruso está presente en las bromas moscovitas. Dice el chiste que al salir del restaurante georgiano Aragvi, un georgiano borracho se topa con la estatua de Yuri Dolgoruki. «¡Anda! ¿Y este quién es?», pregunta. «El fundador de Moscú», le contestan. «¡Pues menuda ciudad ha hecho alrededor de nuestro restaurante!». La tradición no se extingue. La reconstruida catedral de Cristo Redentor es conocida como Cristo sobre los Aparcamientos; al recuperado escudo de la Rusia imperial, el águila bicéfala que sustituyó a la hoz y el martillo en los edificios gubernamentales, se le llama «pollo de Chernóbil».

El humor, sarcástico, cruel o bondadoso, es un componente indispensable en la percepción de Moscú, un elemento clave de la aleación moscovita y una de las válvulas de escape hacia su cuarta dimensión." 

(Pigariova, T. (2001) Autobiografía de Moscú. Barcelona: Ed. Laertes, 2001, pp. 36-39)

  Grupo de 'matrioskas' con casi todos los líderes ruso-soviéticos del siglo XX, desde Nicolás II hasta Boris Yeltsin. Faltan Andrópov, Chernienko y Vladímir Putin. Las "seis contradicciones del socialismo" apuntaban directamente a Brézhnev, el tercero por la izquierda. La parábola del tren está protagonizada por Lenin, Stalin, Jrushchov, Brézhnev y Gorbachov. No hubo tiempo de hacer chistes con Andrópov y Chernienko pues permanecieron muy poco tiempo en el poder
(Fuente: http://www.therussianshop.com/russhop/matryoshkas/Yelstin_Gorbachev_Nesting_Doll-7pieces_1.jpg)

 Fotografía del antiguo y asimétrico hotel Moscú, inaugurado en 1935 en la plaza Manézhnaya, junto a la plaza Roja. Según cuenta la leyenda, debido a que Stalin dio el visto bueno a los dos proyectos de fachada se construyeron dos torres laterales completamente diferentes
(Fuente: http://englishrussia.com)

En 2004 el hotel Moscú fue demolido. En su lugar se ha construido una replica casi exacta que continúa siendo... asimétrica. Se inaugurará este mismo año
(Fuente: http://www.lusine.ru/rus/construction/Gostinica-Four-Seasons-Hotels-v-vossozdavaemom-mnogofunkcionalnom-komplekse-Gostinica-Moskva-420.phtml)



 Sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS (y de la actual Federación Rusa) en la Smolenskaya-Sennaya ploshchad, una de las "siete hermanas de Stalin" o uno de los "siete dientes postizos". El cucurucho que se ve en lo alto es el "pastiche de chapa pintada" que se puso a toda prisa a raíz del comentario de Stalin
(Fuente: Colección particular del autor del blog del año 2006)

 Dibujo de la Iglesia del Salvador en el Bosque de Pinos, construida en 1330 dentro del Kremlin. Según se dice, una confusión con un montón de leña que había junto a la iglesia condujo a su demolición en 1932. Sin embargo, esta historia parece poco verosímil porque en este espacio se edificó poco después un anexo del Gran Palacio
(Fuente: http://rbth.com/multimedia/pictures/2014/08/18/10_kremlin_monuments_weve_lost_39083.html)

 Quedar junto a la estatua de Félix Dzerzhinski que había frente a la sede del KGB era una manera de librarse de "pretendientes poco interesantes". Este era uno de los lugares más vigilados del Moscú soviético. Actualmente, la estatua se encuentra en el Museión (el museo de las estatuas abandonadas) donde es posible citarse sin ningún problema. Se habla de devolverla a este lugar
(Fuente: http://moscudelarevolucion.blogspot.com.es/2013/02/plaza-dzerzhinski-actual-lubyanka-2_12.html)

Más complicado resultaba encontrarse en el monumento conmemorativo del cincuentenario de la Revolución. Dicho monumento no llegó existir nunca. Lo único que había en medio de la plaza Manézhnaya era un pequeño monolito de color gris
(Fuente: http://moscudelarevolucion.blogspot.com.es/2013/05/plaza-del-cincuenta-aniversario-de-la_24.html)

Fotografía donde aparece Apolo, "el único cochero de Moscú que no va borracho", sobre la entrada del Teatro Bolshói. Encima se puede ver un "pollo de Chernóbil". El águila bicéfala fue restituido en la fachada hace tan solo tres años
(Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/Quadriga)


Dos imágenes de la espectacular Villa Olímpica que se construyó en las colinas de Lenin (al sur de la Universidad de Lomonósov) para los Juegos de 1980. Los moscovitas bromeaban sobre el material que se utilizó: "microhormigón", un claro guiño a la tarea del KGB con los visitantes extranjeros
(Fuentes: http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=767746 y http://www.panoramio.com/photo/68488381)

Fotografía de la "bolera", el monumento dedicado a Alejandro II que se encontraba dentro del Kremlin (en su lugar se construyó la estatua de Lenin junto al Palacio del Presidium). La estatua del zar fue destruida por los bolcheviques en 1918, no así el resto de la construcción que sirvió de mirador durante diez años. En 2005 el alcalde Yuri Luzhkov la hizo reconstruir, aunque no en este lugar sino junto a la Catedral de Cristo Salvador
(Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Monument_to_Alexander_II_(Moscow))


La "dentadura postiza" de Novi Arbat, el conjunto de edificios construidos en la avenida Kalinin durante el mandato de Nikita Jrushchov. Está inspirado en los rascacielos de Nueva York
(Fuente: http://casarusia.com/foro/)

Estatua ecuestre del fundador de Moscú, Yuri Dolgoruki, en la antigua plaza del Mossoviet (actual plaza del Ayuntamiento). Ha sido objeto de bromas por parte de los moscovitas, aunque aparentemente nada en su aspecto invite a reirse de un monumento tan sobrio como éste
(Fuente: http://www.panoramio.com/photo/3806376)

Ni siquiera los edificios religiosos se libran del humor ruso. Esta es la Catedral de "Cristo sobre los Aparcamientos", algo así como "Khristos o Parkovke" ("ХРИСТОС O ПАРКОВКE"). Se trata realmente de la Cateral de Cristo Salvador (o Redentor)
(Fuente: Colección particular del autor del blog del año 2006)

Existe una versión psicodélica del "pollo de Chernóbil" con el águila bicéfala agarrando una hoz y un martillo. Puede parecer otra broma, pero en este caso no lo es en absoluto. Se trata de uno de los símbolos de un proyecto de restitución del Imperio ruso (en forma de monarquía constitucional federal), retomándolo a partir del punto de vista político del zar Pedro I "el Grande". Los seguidores de esta nueva identidad patriótica negocian la compra de antiguos territorios del imperio pre-soviético. También emiten pasaportes electrónicos a quien así lo solicita
(Fuente: http://anatidaephilia.livejournal.com/54293.html)

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